sábado, 6 de agosto de 2011

Miopía que irrita

No se puede seguir mirando para el costado. No se puede continuar con especulaciones conspirativas de nunca acabar cuando el problema es aun mayor y de máxima urgencia. Estaba cantado, las acusaciones iban a empezar a reflotar porque la historia de nuestro país así lo demuestra: discusiones inválidas y de poca monta pero excelentes para desviar lo coyuntural del tema.
Un desalojo que es noticia, uno más. Ahora el asombro abunda, porque las imágenes televisivas así lo permiten. Pero, paradójicamente, no hay nada nuevo bajo el sol. Ocurre lo mismo que hace pocos meses, donde el foco del conflicto se centró en la ciudad de Buenos Aires. Allí también las culpas se repartían de un lado a otro, como queriendo desprenderse de una realidad triste a la vez que imposible de negar.
Los oportunistas políticos no tardaron en aparecer, es en estas situaciones de desgracia donde mejor se sienten para promocionarse. Lo cómico del asunto es que el mote de “oportunista” le cabe a cualquiera, no importa el partido o la ideología, la habilidad para sacar provecho la tienen todos y, cuando la chance se les asoma, no lo dudan ni un segundo, arremeten  erigiéndose como la “voz del pueblo” pero  nunca se permiten plantear la cuestión de fondo, lo que realmente le importa al pueblo.
El feudalismo y el avance desmedido de las empresas sobre las tierras no son novedad en las provincias del interior de nuestro país, en especial en las más pobres. Es algo a lo que sus habitantes ya están acostumbrados y entienden que les priva la posibilidad de vivir dignamente día tras día, por eso su reacción. La usurpación de terrenos privados, tampoco es algo nuevo pero tiene una explicación básica y elemental.
Fuera de toda argumentación política para desprestigiar o elevar a tal candidato, lo elemental para comprender lo sucedido es entender el hecho desencadenante del suceso. Cuando un ser humano carece de vivienda propia -con todas las penurias que esto conlleva- no hay motivación política que lo direccione, sólo reclama algo que le es propio. Pide un derecho que la Constitución le asignó desde antes de nacer.
La toma de tierras desnuda una realidad que no debe ni puede disfrazarse. Es aquí cuando todo el entramado político y sus discusiones deben ponerse a un costado para atender dilemas que sí son primordiales.
El problema tiene que ser analizado más allá de la puja entre una empresa, un gobierno y algunos trabajadores por una porción de tierra. Sí, es cierto lo que se reclama es un espacio. Pero no es sólo un espacio, es la posibilidad de vivir dignamente lo que realmente se demanda.
No hay que hacer la vista gorda sobre ese asunto, ya que es lo coyuntural del  hecho. Aquellos que se movilizaron hacia los terrenos del Ingenio Ledesma, o por lo menos su inmensa mayoría, no quieren inmiscuirse en política, no les importa. Lo único que desean es tener un lugar propio para vivir tranquilos.
La precariedad con la que se vive en el interior de nuestro país no puede ocultarse y no es cuestión de una ideología o de un partido, es algo que tiene que resolverse. No importa que gobierno, nacional o provincial, es una cuestión de Estado encontrar solución a ese conflicto cuanto antes.
No hay duda, el progreso del país ha ido ascendiendo cada vez más en términos macro estructurales y no es la intención negarlo. Pero falta mucho,  muchísimo por hacer y lo que pasó en el Norte de nuestro país es claro ejemplo.
Una mirada responsable hacia el interior, y sus deficiencias, por parte de los gobernantes,  es necesaria, pero mientras la política maliciosa de siempre irrumpa para sacar ventaja, Ledesma; El Indoamericano y  la comunidad Toba, lamentablemente, volverán a ser noticia exponiendo la estéril capacidad de cambio por parte de los que deben asegurarlo.
En última instancia, el gobierno provincial de Jujuy determinó expropiar 40 hectáreas de la empresa de la familia Blaquier como para apaciguar los ánimos. Pero no alcanza. Pareciera como si ahora todos en Jujuy se percatarán de los problemas habitacionales y del avance de las empresas sobre las tierras, mientras tanto, un conflicto que pudo haber sido evitado antes ya produjo cuatro muertes.
La responsabilidad no es de uno sólo, ni de un único partido, gobierno o individuo, pero los responsables se vienen ausentando hace mucho. El trabajo en conjunto y el olvido de las diferencias de tinte ideológico son parte de  los  desafíos del futuro, porque este es un problema estructural que debe resolverse gobierne quien gobierne.
La ineficacia de la política o, dicho de otro modo, la eficacia para disfrazar la realidad quedó evidenciada, pero las agresiones repartidas del pasado jueves no son justificables por más que se pueda entender lo que realmente pasa por la cabeza de aquellos que se manifiestan. Si los gobernantes hicieran lo que deben hacer y dejaran de hacer lo que no deberían hacer, hechos como los de Libertador General San Martín difícilmente puedan ocurrir.
Gonzalo Palese.

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