miércoles, 13 de julio de 2011

ELECCIONES


Cuando estaba en sexto grado, la maestra nos enseñó a votar. Me acuerdo que fue algo que preparamos durante varias semanas. Nos dividimos en distintos grupos, algunos de los cuales eran el pueblo, y otros los representantes de los distintos partidos políticos. Los chicos que estaban a cargo de los partidos, debían inventar un nombre y organizar una campaña, dando las razones por las cuales, los chicos que formaban parte del pueblo debían votarlos.

El día de las “elecciones”, teníamos todo preparado en el pasillo. La maestra era presidente de mesa, teníamos una caja de cartón a modo de urna y hasta una libreta de papel que usamos como documento nacional de identidad. Ese día estaba ansiosa, tenía ganas de ir a votar, estaba segura de mí misma y me sentía orgullosa de poder estar haciéndolo, de poder elegir a mis representantes.

En ese momento la elección de a quién votar se hizo muy sencilla. No elegíamos a quienes creíamos que mejor nos representarían, sino a aquellos partidos que incluían a nuestro mejor amigo, o al que tenía el mejor nombre, o el mejor slogan.

Hoy la situación es distinta, hoy me toca elegir en serio. Pero mi pregunta es, ¿por qué ahora me resulta tan difícil la elección? Siento que tengo en mis manos una responsabilidad enorme y, en parte, lo es, ya que elegir a quienes van a tener en su poder el futuro de mi país no es algo que ni yo, ni nadie debería tomarse a la ligera.

Faltan tres meses para las elecciones de Octubre y cada día que pasa me dan menos ganas de ir a votar. Nada de lo que vi en la televisión o leí en los diarios me convence de que uno u otro candidato es el mejor de todos. Nada de lo que vi, leí, o escuché en los medios me ayuda a tomar esta decisión tan importante.

A pesar de que me gustaría, entiendo poco y nada de política. Creo que en parte es porque nadie hace lo que dice que va a hacer. Todos se llenan la boca de promesas vacías, que suenan hermosas en la teoría pero que son casi imposibles de llevar a la práctica. Todos prometen cosas que si bien parecen profundas son en realidad superficiales.

¿Alguien se acuerda de los pueblos originarios, de los chicos que se mueren de hambre y de sed en la calle, del estado en que se encuentra no sólo los edificios de las escuelas públicas, sino también la educación en general? Todos lo hacen al momento de la campaña, pero hayan ganado o perdido, después de las elecciones todo eso y muchas otras de sus promesas, vuelven al olvido.

Siento que no puedo confiar en ninguna de esas personas que hoy están en todos los medios y empapelan las calles con sus caras. Y no confió porque de una forma u otra siempre te enteras de que uno es un corrupto, el otro es mentiroso y el que le sigue es un ladrón.

¿Cómo se supone que elija a alguna de estas personas para que manejen mi país por los siguientes cuatro años cuando no confió en ninguno de ellos?

Honestamente, no lo sé.

Pero por suerte tengo amigos que entienden un poco más que yo, que de alguna forma lograron confiar en uno o en otro, y que están dispuestos a ayudarme a elegir sin pretender que elija lo mismo que ellos.

A esta altura estoy insegura de muchas cosas, una de ellas es de lo que me espera en Octubre. Lo único que se, es que el Domingo 23 de dicho mes, me voy a presentar en la mesa que me corresponda, voy a votar por primera vez y a quien yo considere que mejor representará los intereses de todos los argentinos.  

Paula Chianelli. 

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