Hace una semana exactamente en
Esta ley abre un horizonte esperanzador, un contexto de verdadero intercambio en el cual podrá surgir una fuerza que pueda competir (y ojala superar) en intensidad a la fuerza que venimos conociendo. Esa fuerza que trata de determinarnos e imponernos que hay que pensar, a quien hay que votar, que medidas hay que desaprobar, que gobierno hay que boicotear. Ante ella se erige un fenómeno de nuevos actores, que de la mano de nuevos paradigmas tecnológicos y avalados por la herramienta política, pueden conformar una verdadera alternativa a la imposición de un discurso único, que pretende ser dominante y que suele escudarse baja el simpático nombre de "periodismo independiente".
Este sector emergente debe diferenciarse a partir de la excelencia, debe profesionalizarse, y ante todo debe ostentar un verdadero compromiso con la realidad en la que esta inserto, porque como señalo Aliverti "el que siempre va a resaltar es el que se capacite", pero sin dejar de anclarse en el debate (sea político, social o de cualquier tipo). Y ahí es donde entra el Estado, asegurando las condiciones de profesionalización y ofreciendo los medios de sustentabilidad de este espacio alternativo de expresión, sin que esto signifique que el aparato gubernamental se convierta en un "tutor ideológico". Porque el periodismo, ante todo debe ser libre. Libre, pero no independiente. La independencia es una ilusión. Uno siempre esta determinado por la ideología de una empresa, de un sindicato, o el bagaje ideológico propio. Porque el hombre, como tan acertadamente describió Aliverti, siempre "habla desde su lugar en el mundo, desde un lugar ideológico". El hombre ante todo es un animal político, si le sacas lo político es solo un animal. Jamás puede pretender ser independiente de lo que piensa, de lo que siente, de lo que vive y de lo que ve.
Ese "periodismo independiente" que sólo responde a intereses relacionados con el lucro, que se inscribe en el seno de un multimedios, de una mega corporación que utiliza a la información como un medio para favoreces otros negocios adyacentes, acusa a "los de enfrente" de ser un periodismo militante. Y emplean esta adjetivación desde el ninguneo, como un insulto. Yo me pregunto (desde mi ignorancia con respecto a tantas cuestiones), ¿cuál es el carácter negativo de la palabra militante? ¿Acaso esta mal asumir un rol comprometido con un modelo, con una ideología? ¿Esta mal militar desde el periodismo por un cambio social, por una democratización de la información?
Hoy, hablo desde el lugar de una persona que esta recorriendo ese camino de la profesionalización, que por primera vez en su vida siente una necesidad intolerable de hablar, de salir de sus espacios de comodidad, de ver más.. Y sin ningún miedo ni vergüenza, asumo ese espíritu "militante". HOY me comprometo a no cerrar los ojos, a ser mas subjetiva que nunca y defender con "sudor y sangre" lo que pienso, a cargarme en la espalda una idea y protegerla con la palabra, con el debate, pero por sobre todo, me comprometo a no cerrar mi cabeza, a dejar que entre mis ideas se cuelen otras, que no solo me enriquezcan, sino que me permitan construirme y madurar como un sujeto crítico, que me muestren otras realidades, que me saquen de mi burbuja y me permitan llegar al verdadero compromiso, el POLÍTICO. HOY decido desprenderme de todas las barreras que no me dejen avanzar, y con decisión (pero con miedo y incertidumbre al mismo tiempo) asumo todos los riesgos. No me permito a mi misma no moverme, no me permito no hablar, no me permito no COMPROMETERME.
Ayelén Zabaleta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario